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El Desarrollo y el Trabajo de Incidencia

Maria Teresa Diokno-Pascual
Coalición Freedom from Debt
Ciudad Quezón, Filipinas

En Junio del 1999, mientras atendía en el Parlamento Británico a un debate organizado por Christian Aid sobre la iniciativa Países Pobres Altamente Endeudados con el Banco Mundial/ FMI (HIPC – Heavily Indebted Poor Countries), tuve un breve intercambio de palabras con la Secretaria de Estado responsable del Departamento para el Desarrollo Internacional, ella era una de los conferenciantes. Antes del debate me habían dicho que la ministro, Clare Short, simpatizaba con las ONGs que habían pedido mejoras en las propuestas para los HIPC. Por tanto, fue una sorpresa escucharle decir a la audiencia que no tenía sentido exigir no vincular los HIPC con los ajustes estructurales. Clare Short, añadió que los países del Tercer Mundo necesitaban ajustes estructurales, y por tanto que sería de absurdo insistir en que la reducción de la deuda se llevase a cabo en estos países sin dichos ajustes.

Como yo venía de un país que a pasado por diez préstamos del Banco Mundial para un cambio estructural y más de 30 años de préstamos del FMI para una estabilización sin mucho éxito en la obtención de un crecimiento sostenible y una reducción de la pobreza, pensé que debía desafiar ese punto de vista. Cuando se presento la oportunidad para que la audiencia hiciese preguntas o comentarios, le pregunté a la Secretaria de Estado: ¿Qué peso le daría a las voces de las personas del Sur, a personas como yo de países del sur, que decimos que no nos gustan los ajustes estructurales y lo que han hecho a nuestro pueblo? ¿Cuáles son las voces que cuentan?

No esperaba una represión verbal. La ministro se mantuvo firme en su posición de que el ajuste estructural era necesario en países como el mío, añadiendo a sus palabras el efecto de que como yo había apoyado una dictadura corrupta en mi país (refiriéndose, me imagino, a la dictadura de Marcos), me merecía un ajuste estructural. El formato del debate no me permitió dar una respuesta. Para ser sincera, si hubiese tenido la oportunidad, no sé que es lo que hubiese respondido. Esta era la primera vez que me habían dicho que el ajuste estructural era la respuesta a una dictadura corrupta y brutal que en primer lugar yo nunca había apoyado. Además, la historia atestiguará que el Banco Mundial y otros acreedores internacionales sustentaron al régimen de Marcos, especialmente en los años de decadencia, sabiendo muy bien cuan corrupto era. Pero me dio la impresión de que esta representante del gobierno británico se quedó perturbada por mi pregunta y tuvo que invalidarla de alguna manera. Y su réplica llevó un mensaje aún más perturbador: no, vuestras voces no cuentan.

¿Cuáles son las voces que cuentan cuando estás dentro de las bastante imponentes paredes de las Casas del Parlamento Británicas, o en cualquier lugar similar del mundo desarrollado? ¿Qué importancia tenemos que darle a esos lugares, considerando la distancia que hay entre ellos y las personas pobres de nuestros países? Yo no dudo del valor estratégico de poder intervenir al nivel donde se toman las grandes decisiones que afectan a millones de vidas sin nombre, sin rostro. Pero me inclino a ver estos lugares como parte de un terreno mucho más amplio, en donde muchas luchas incesantes suceden simultáneamente, involucrando a una variedad de individuos y movimientos dentro de un país y a través de las fronteras del Norte y del Sur. Sin embargo, lo importante es resaltar que ninguna cantidad de poder, influencia, y trabajo de incidencia efectiva puede reemplazar el esfuerzo de quienes más duramente son golpeados por las decisiones de los poderosos. Pero muy a menudo estos esfuerzos tienden a ignorarse y olvidarse en el mundo de la incidencia para el desarrollo.

No me mal interpreten. Se necesita mucha confianza y valentía para hablar ante los ministros de los gobiernos del Norte, en un lenguaje que entiendan y en un lugar más familiar para ellos que para uno mismo. Se necesitan mucha más imaginación y conocimiento para presentarles una realidad de la que son demasiado privilegiados para experimentar por sí mismos. (Sé esto porque, a pesar de que difícilmente podría contarme entre los ricos de mi país, yo he sido guardada del tipo de carencias básicas y violentas de los pobres).

A fin de cuentas, el incansable trabajo que hacemos sólo tiene sentido si fortalece los movimientos de personas en el terreno. Aquí es donde debemos ser honestos con nosotros mismos, sin escatimar críticas. ¿En qué medida nuestro trabajo de incidencia se basa en la deshumanizante experiencia de los pobres? ¿Hasta qué punto nuestro trabajo de incidencia es relevante y da significado a sus vidas? ¿Nos molestamos en hacer las conexiones, especialmente para los temas de incidencia con los que no es fácil identificarse pero que tienen un impacto sobre nosotros, las personas comunes? ¿Cuán serios somos en nuestros esfuerzos, constantemente y consistentemente, para enriquecer nuestros conocimientos y experiencias con lo que está sucediendo en las comunidades de las personas pobres, con lo que a menudo menos se muestra al ojo público? ¿Cuán abiertos estamos a dichas realidades? ¿Cuán relevantes somos?

La coalición a la que pertenezco, la Coalición Freedom from Debt, es una de las pocas coaliciones de Filipinas que han continuado teniendo éxito a pesar del reciente fraccionamiento en los movimientos de Izquierda. Sus miembros no sólo provienen de un amplio número de sectores sociales, sino que también abarcan gran parte de lo que nosotros llamamos las fuerzas progresistas del país. Construir una unidad en temas y estrategias es una tarea difícil, especialmente en medio de la redefinición y la reorganización que acompaña a toda escisión de un grupo de sus antiguos camaradas. Todo esto tiene lugar en un momento en el que la ideología del mercado libre domina la corriente principal de pensamiento y de política económica. Uno puede por tanto apreciar las exigencias de nuestras organizaciones miembro en el contexto de un país sumergido muy a la fuerza en las políticas neo-liberales que traen los programas de ajuste estructural y de estabilización del Banco Mundial y del FMI.

Debemos fortalecer nuestra unidad en políticas y estrategias alternativas. El unirnos en una crítica a las reformas propuestas fue relativamente fácil, pero el formular alternativas concretas siempre es más difícil, especialmente para una coalición. Estoy convencida, sin embargo, de que sí existen alternativas, y muchas de ellas simplemente están esperando a ser reconocidas, apreciadas y propagadas. Las encontraremos cuanto más cerca estemos del terreno.

Sigo repitiendo esto porque el trabajo de incidencia tiende a situarse cerca de los centros de poder, lejos de los marginados. En Filipinas es Metro Manila, un enclave rico que no puede esconder del todo la pobreza que abunda, pero donde hay una alta concentración de oportunidades de ingreso, riqueza y poder. Uno puede dar el paso y hacer el trabajo de presión política e incidencia necesario con quienes toman decisiones en el Congreso y el Área Ejecutiva, y ocasionalmente en la Judicial. Pero lo que hemos aprendido en la Coalición Freedom for Debt es que ninguna de estas instituciones ni sus miembros nos prestarán atención si no hemos hecho el trabajo de campo – educación, movilización, organización – entre nuestros propios miembros. Tener los conocimientos técnicos y la capacidad de basarse en los conocimientos técnicos de los demás es importante. Tener la habilidad de debatir y argumentar con los poderosos a un alto nivel de conocimientos también es importante. Pero todo esto no tiene sentido sin los vibrantes y dinámicos movimientos en el terreno.

Negociar con los ministros del gobierno y los miembros del congreso en nuestro propio país es una tarea tediosa y a menudo frustrante. En Filipinas, para ser elegido para una oficina el candidato tiene que contar con dinero en cantidades ilimitadas, y con una publicidad constante. (El presentador de un programa de entrevistas de la televisión y la radio, cuya propia reputación se ha cuestionado por la honestidad de sus informes, reunió el mayor número de votos en la campaña nacional de senadores el pasado mayo.) Los escrúpulos y los principios no harán que seas elegido. Incluso no importa si el candidato aspirante tiene una plataforma de campaña, y mucho menos que tipo de plataforma es. Para un ojo cansado, el votar es una forma de ganar dinero para los pobres urbanos, especialmente cuando no hay trabajo. Es un negocio serio para los candidatos políticos.

Cuando la campaña termina, quienes resultan elegidos se centran en recuperar su gran inversión, o al menos la de aquellos entre la élite que los apoyan. De nuevo no hay escrúpulos. En este mundo de mercados globalizados, todo el mundo, especialmente los políticos, tiene un precio. En lo más alto del debate sobre la Ley que privatizaría la Compañía Nacional de Energía del Estado y reestructuraría la industria eléctrica, lo que más me sorprendió fue que pocos Miembros del Congreso hicieron un esfuerzo para estudiar las reformas propuestas y entender todas sus serias implicaciones. El presidente de la comisión sobre la energía de la Cámara de los Representantes constantemente nos dijo a la Coalición Freedom from Debt que las reformas propuestas eran demasiado técnicas como para que nosotros las entendiéramos. (Me imagino que él sólo quería que confiásemos en él, de quien se sabe había perdido cinco millones de pesos en una noche de apuestas.) Ignoramos sus fanfarronadas y retamos su desafío.

Estudiamos las reformas lo mejor que pudimos, buscando a través de internet información de Europa y los Estados Unidos, donde las reformas en el sector energético ya se habían instituido. Hablamos con compañeros activistas en la deuda de Pakistán e Indonesia sobre los contratos entre las compañías energéticas estatales de nuestros respectivos países y los productores energéticos independientes de inversionistas privados. Continuamos remitiéndonos a nuestros miembros con la nueva información y análisis que habíamos descubierto. Utilizamos todas las formas de medios de comunicación disponibles para nosotros. Continuamos nuestra protesta dentro y fuera del Congreso, fuera de la sede central del Banco de Desarrollo Asiático, en reuniones con la nueva Presidente del Gabinete, y en las calles.

Sorprendimos a los políticos con nuestros conocimientos y nuestro análisis crítico. Y sí, ofrecimos alternativas aunque fueron apresuradamente rechazadas por todos los oficiales de las ramas ejecutivas y legislativas. (Nos acusaron de ser comunistas y de no ser prácticos cuando les sugerimos que si se tenían que vender los bienes de las compañías energéticas estatales, entonces bien se los podrían vender a los consumidores y a los trabajadores, con el fin de democratizar la propiedad en el país.3) Al final, el dinero y los poderosos grupos de presión – incluyendo a los acreedores multilaterales – determinaron el voto de los políticos, y votaron a favor del gran capital.

Nuestros ministros tienen que atender otras voces, y a menudo esa es la voz de los acreedores. Mientras los políticos están fuera recuperando su dinero, y enriqueciendose aún más, el Banco Mundial, el Banco de Desarrollo Asiático, y el FMI, junto a ‘donantes’ bilaterales, están cada uno diseñando su estrategia de préstamos a Filipinas. Una parte vital de esta estrategia es el paquete de reformas políticas acompañando a sus préstamos, por supuesto coordinadas entre sí. Hoy en día estas estrategias vienen incluso con la legitimidad añadida de haber pasado por algún tipo de participación de la ‘sociedad civil’.

No importa que Filipinas pasara recientemente por una crisis monetaria.3 No importa que el Banco Mundial empujara al país a liberalizar sus cuentas de capital y se hiciera vulnerable al capital de corto plazo. No importa que el FMI acordara con las autoridades del banco central mantener un peso sobrevaluado y que los consiguientes altos tipos de interés mantuvieran al peso sobrevaluado y sin trabas ni obligaciones al capital que entraba. No importa tampoco que los prestatarios del sector privado, animados por un peso sobrevaluado y por el alto coste de los préstamos, se cambiasen a préstamos en dólares a corto plazo – sólo para encontrase en un gran lío cuando el peso se derrumbó. A pesar de todos estos factores, el mensaje de los acreedores multilaterales siguió siendo más de lo mismo: ¡Liberalizad más! ¡Desregularizad más! ¡Privatizad más!

La presión ejercida por los acreedores sobre el gobierno es tremenda. Está agravada por el hecho de que la economía sigue en crisis, y que el depuesto gobierno de Joseph Estrada dejó grandes déficits fiscales a ser resueltos por su sucesora, Gloria Macapagal-Arroyo. En el caso de la Ley de Reforma del Sector Energético, por ejemplo, la recién proclamada Presidenta Arroyo había dicho que no tenía prisa por aprobarla y que en cambio quería revisar todas las opciones disponibles. Sin embargo, poco después, anunció que la Ley tenía que ser ratificada por el Congreso y aprobada como ley lo antes posible. Su gobierno forzó su ratificación rápidamente después de las elecciones de Mayo. Aún así la Presidenta no pudo ocultar su insatisfacción con la ley: en el mismo momento en que la firmó, dijo que necesitaba ser retocada.

La única razón plausible para que ella firmara una ley sobre la que no estaba completamente segura fue que el establecimiento de esta ley era una condición para la liberación de unos 950 millones de dólares en préstamos aprobados por acreedores multilaterales y bilaterales. Irónicamente, el dinero aún no ha sido liberado en el momento de escribir (Julio 2001), porque los acreedores quieren revisar y aprobar las reglas de implementación y regulaciones de la ley. De hecho, el Banco de Desarrollo Asiático, el líder principal en este asunto, se sienta como observador en el comité que está esbozando las reglas de implementación.

El mensaje de la portavoz del gobierno británico y la mano compasiva de los acreedores multilaterales claramente nos muestra donde de verdad reside hoy en día el poder en nuestro mundo. Lo que me trae a mi punto final sobre el trabajo de incidencia sobre el desarrollo: se trata primero y principal comunicar una perspectiva de un mundo extraño y a menudo no visto: las realidades de los no empoderados y los desempoderados de nuestra sociedad. Pero también se trata de la lucha – para reafirmar la legitimidad y la primacía de estas perspectivas, y para cambiar el equilibrio del poder a favor de los pobres.

 

Notas

  1. Ferdinand E. Marcos fue elegido Presidente de Filipinas en 1965 y reelegido para una segunda y última legislatura en 1969. Sin embargo, antes de que su legislatura terminase, declaró la ley marcial en 1972, arrestó a los miembros clave de la oposición política, y recortó los derechos civiles y políticos. Su dictadura militar terminó en 1986, cuando fue forzado a dejar el país tras un levantamiento no violento conocido como el Poder de la Gente I.
  2. A principios de los noventa, tras años de debates internos sobre temas ideológicos, estrategias y prácticas, se dieron grandes divisiones dentro del movimiento comunista de Filipinas. Las repercusiones de estas rupturas se continúan sintiéndose. Por ejemplo, las organizaciones miembro asociadas a un bloque retiraron su membresía de la Coalición Freedom from Debt. Desde entonces han emergido nuevos grupos de izquierda, que continúan reorganizándose y redefiniéndose.
  3. El 21 de enero del 2001, Gloria Macapagal-Arroyo fue investida como Presidenta de Filipinas, tras la dimisión de Joseph ‘ERAP’ Estrada. El señor Estrada fue acusado de soborno, saqueo económico, y perjurio, tras las alegaciones a principios de octubre del 2000 de Luis Singson, gobernador de la provincia de Ilocos Sur, de que se había beneficiado personalmente de las apuestas ilegales conocidas como jueteng. La Coalición Freedom from Debt fue invitada a una reunión con el ministro de finanzas de la Presidenta Arroyo en Febrero del 2001, para debatir la ley energética.
  4. Esta fue una propuesta seria, no sólo una maniobra de propaganda. Los consumidores de energía en Filipinas no sólo pagan por la electricidad que realmente consumen, sino también por la capacidad ociosa de las plantas privadas y por las enormes deudas de la compañía energética del estado. En breve, ellos han sido la fuente real del capital de inversión
  5. A mitad de 1997, tras el derrumbamiento del baht tailandés, el peso filipino se hundió cuando los inversores en portfolios retiraron su dinero del país. El virus de las monedas asiáticas siguió avanzando e infectando a Malasia, Indonesia, y Corea del Sur, antes de afectar a Rusia y luego a los países latinoamericanos.


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