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Búsqueda familiar: ¿Por el bien de quién? (1)

Lucy Bonnerjea

'Él no conoce los nombres de sus antepasados; ella no sabe comprar, cocinar o cuidar de un bebé; ninguno de los dos encaja ya en la sociedad. Esto es lo que han conseguido nuestras instituciones.'

Búsquedas familiares

En toda guerra, desastre o desplazamiento de población, hay niños separados de sus familias. Muchas veces se pierden cuando intentan huir de sus aldeas atacadas o al recorrer largas distancias en busca de alimentos y lugares seguros. Algunos son secuestrados, raptados o abandonados.

La respuesta a esta situación en el pasado ha consistido en mantener a estos niños juntos. La mayoría de los gobiernos y de las ONG han alojado a los niños en orfanatos, en las secciones infantiles de campos de refugiados o de campos de tránsito, e incluso los han separado deliberadamente en campos y hospitales para alimentarlos. Esto se ha hecho generalmente por el mejor de los motivos: los niños son los primeros, los más vulnerables; su atención debe ser prioritaria. La principal preocupación ha sido su seguridad y su supervivencia inmediatas.

Sin embargo, los proyectos de búsqueda y reagrupamiento familiar sostienen que en la mayoría de los casos es posible encontrar a las familias de estos niños, y que esto es lo mejor que se puede hacer por ellos. Se considera que la familia es el entorno más adecuado para el desarrollo, la protección y la sensación de identidad del niño a largo plazo. La familia es el núcleo donde se aprenden las habilidades sociales, donde los miembros comparten la misma lengua y la misma cultura, y también ancestros comunes. Los niños aprenden cómo funciona la familia, cómo se desarrollan los roles, porque tienen modelos sociales y económicos que observar y de los que aprender. Esto da sentido de continuidad a la existencia, con un pasado que la gente conoce y que nos conecta con el futuro. (2)

¿Puede hacerse?

¿Es posible buscar a las familias en mitad de una guerra o una sequía? No siempre, pero a menudo es posible hacerlo. Ello depende, en gran medida, de la calidad de los programas de búsqueda. Este tipo de programas implica reunir principios y valores claramente desarrollados sobre la importancia de que los niños tengan familias y de que las comunidades recuperen a sus niños, así como una logística y unos sistemas eficaces, incluyendo buenos sistemas de registro y clasificación de archivos y buenos medios de transporte.

La búsqueda familiar suele llevarse a cabo en cuatro fases: la identificación de los niños necesitados de búsqueda; la recopilación de información sobre ellos; la búsqueda de la familia; y, si es posible, el reagrupamiento de los niños con sus familias. Es preciso tener presente en todo momento las diferencias sexuales, pues las circunstancias y experiencias de niños y niñas a menudo varían notablemente.

Identificación

El primer paso es identificar a los niños que necesitan ayuda. No podemos esperar que los niños soliciten la búsqueda; debemos ofrecérsela. Algunos programas comienzan con los niños visiblemente separados de sus familias, como los que están en un centro de nutrición o en un hogar infantil. Otros identifican de forma sistemática los lugares donde puede encontrarse a niños separados de sus familias en comisarías de policía, en las calles, en la comunidad y deciden qué niños son más vulnerables y quiénes necesitan el servicio de búsquedas con más urgencia.

Para identificar a los niños suele ser necesario un programa de educación nacional. Las guerras producen una gran sensación de miedo y de desconfianza hacia el abuso de información personal. La gente teme sufrir represalias o ser secuestrada, por ser quienes son y no por lo que hayan hecho. Sólo ofrecerán voluntariamente dar información de carácter personal cuando comprendan el valor del programa de búsqueda y lo acepten.

Recopilación de información

La recopilación de información sobre los niños es el segundo paso. Supone obtener información del pasado y el presente de cada niño, y de sus deseos para el futuro. Hay muchos obstáculos para que los adultos escuchen y oigan a los niños. En todo el mundo se espera que los niños escuchen a los adultos, en lugar de lo contrario: esto hace que escuchar a los niños se convierta en una habilidad que debe ser enseñada y desarrollada en un programa de búsqueda familiar. Algunos niños no conocen su apellido o el nombre de su pueblo. Están demasiado traumatizados para recordar.

Para obtener esta información es preciso establecer una relación de confianza, animar a los niños a hablar y luego registrar hasta el último detalle de la información. Algunos niños, sobre todo los mayores, pueden ofrecer información objetiva a partir de la cual planificar un viaje de búsqueda. A otros habrá que hacerles preguntas como: ¿había ríos cerca de dónde vivías, o montañas o escuelas? ¿dónde comprabas el pan? ¿te conocía el panadero? ¿había una iglesia, o una mezquita o un mercado?

Una vez obtenidos los datos, se realizan otras dos series de preguntas. La primera tiene por objeto identificar las necesidades más inmediatas del niño: ¿se siente seguro y feliz donde está, mientras se realiza la búsqueda? ¿o preferiría ser trasladado a un lugar más seguro o mejor? La segunda se propone identificar sus necesidades a largo plazo, por ejemplo ¿con cuáles de sus familiares le gustaría vivir? Esto sólo tiene importancia en el caso de que los padres hayan muerto o no sea posible encontrarlos; en tal caso, la elección de otros miembros de la familia debe hacerse consultando al niño.

Búsqueda

La búsqueda supone adentrarse en lo desconocido, a menudo a campo traviesa, y recorrer largas distancias a pie. Significa preguntar en los mercados, buscar a los ancianos de las aldeas y a los líderes locales, a veces llevar fotografías de los niños, a veces sólo los documentos, a veces a los propios niños. La búsqueda también puede hacerse a través de los periódicos, de carteles o de la radio.

La búsqueda sólo funciona si se cuenta con la ayuda de personas que vivan en la zona de la que proceden los niños. Se basa en la información que proporcionan las comunidades; para ello es preciso encontrar gente que confíe en el personal que realiza la búsqueda, discutir las posibilidades e identificar vecinos, parientes o líderes locales que puedan colaborar. La búsqueda ofrece los mejores resultados cuando se recurre a estructuras reconocidas de liderazgo local, ya se trate de líderes tradicionales o religiosos, de ancianos o de jefes.

Reunificación

El objetivo de la búsqueda es la reunificación. En una situación ideal, se localiza a los familiares, los niños quieren vivir con ellos y la familia se siente feliz de acogerlos. Pero es importante asegurarse de que la familia dispone de comida suficiente para alimentarlos, y de que la zona es razonablemente segura. En tal caso lo niños pueden ser devueltos, a menudo con bailes, músicas y el agradecimiento a los antepasados.

Sin embargo, la realidad resulta con frecuencia bastante más difícil, y el personal de búsqueda tropieza con numerosos problemas antes de localizar a los familiares. Puede ocurrir que los padres y los abuelos estén definitiva o probablemente muertos. Otros familiares pueden tener un parentesco muy lejano, o ser indigentes. ¿Qué hacer entonces? Cada situación familiar debe valorarse individualmente, invitando a las autoridades de la comunidad a opinar si las familias pueden y deben hacerse cargo de los niños. También puede ofrecerse una ayuda económica limitada.

En algunos casos puede ser necesario recurrir a familias sustitutas, bien provisionalmente, mientras continúa la búsqueda de la familia, bien definitivamente, una vez agotadas todas las vías de búsqueda. En este caso la ayuda local es igualmente imprescindible para valorar la motivación y la situación económica de las familias. Es esencial realizar un estudio de la situación, bien por parte de trabajadores sociales, líderes de la comunidad o adultos elegidos por el niño.

¿Por el bien de quién?

Hay que preguntarse en todo momento en interés de quién se realiza un programa de búsqueda familiar o de acogida individual. Todos y cada uno de los que participan en la planificación, la financiación o la evaluación del programa, así como los miembros del equipo de búsqueda deben hacerse esta pregunta constantemente, para no perder de vista los objetivos de la búsqueda familiar. No debe ser una forma de cerrar programas de nutrición, de reducir gastos en instituciones de acogida o de seguir nuevas modas en el diseño de los proyectos de las ONG. Tampoco debe ser una forma de ir dejando niños a la primera oportunidad en cualquier entorno comunitario. Es preciso tener en cuenta los intereses futuros de los niños en el contexto de su cultura, su lengua, su seguridad, su desarrollo y sus países, así como su supervivencia inmediata. De este modo se cierra el círculo.

Antes sacábamos a los niños de sus comunidades 'por su propio bien'. Ahora los devolvemos a sus comunidades, también 'por su propio bien'. Debemos ampliar el debate sobre lo que realmente es mejor para los niños, en cada país, en cada emergencia, y en cada situación de desarrollo.

Notas

La autora

Lucy Bonnerjea, profesora de la London School of Economics fue seleccionada por el Save the Children Fund para revisar cinco programas de búsqueda familiar. A principios de 1994, SCF publicó una guía de buenas prácticas basada en este trabajo.

Este artículo se publicó originalmente en Development in Practice, Volumen 4, número 3 (1994).


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