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Desarrollo en situaciones de conflicto

En la línea de fuego Desarrollo en situaciones de conflicto

Stephen Commins

El continuo borroso

Las organizaciones no gubernamentales internacionales y otras entidades humanitarias han asumido, tradicionalmente, que existe una dicotomía entre las acciones de socorros y de desarrollo. Algunas veces ésta dicotomía se ha visto reforzada por la forma en la que algunas burocracias de los donantes bilaterales asignan los fondos para los programas y los proyectos. En ocasiones, tal y como ilustra el artículo de Jonathan Goodhand y Peter Chamberlain sobre las ONG en Afganistán, reimpreso en este volumen, los donantes incluso han rehusado apoyar proyectos en lo que se considera como áreas de socorros si los programas son 'demasiado desarrollistas'. A lo largo de la ultima década se ha ido avanzando hacia el establecimiento de vínculos claros, tanto conceptuales como operacionales, entre operaciones inicialmente de socorro y objetivos de desarrollo de más largo plazo. Efectivamente, existe ahora un lenguaje común para describir el 'continuum' que existe entre las acciones de socorros y de desarrollo. Se ha mostrado que esto sirve de ayuda en contextos de inseguridad alimentaria y sequía, pero los cambios que se han producido en la naturaleza de las emergencias que requieren una respuesta humanitaria, demandan ahora el reconocimiento de que tanto la antigua dicotomía como el nuevo continuo son conceptos que pueden obscurecer más que aclarar el tema. La diferencia entre socorros y desarrollo se ha sido desdibujado substancialmente en situaciones de emergencias políticas de larga duración relacionadas con conflictos civiles. Lo que hoy es más visible es que se pueden aplicar algunas modalidades de trabajo de desarrollo para cubrir vacíos y proporcionar mecanismos estabilizadores, y que estas son realmente necesarias en situaciones de conflicto.

Un entorno transformado: nuevas aptitudes y desafíos

Las operaciones que se llevan a cabo en las emergencias relacionadas con los conflictos requieren diferentes aptitudes y marcos temporales, así como el reconocimiento de que las comunidades locales poseen sus propios recursos y prioridades, y que no son víctimas indefensas incluso en situaciones de brutalidad y sufrimiento. Las experiencias de las ONG que actúan en tales situaciones pueden proporcionar una valiosa base para ayudar a otras agencias humanitarias a identificar el potencial de desarrollo que existe dentro del conflicto, para revisar sus prioridades y su capacidad para actuar en diferentes situaciones y para plantear desafíos a las políticas a los gobiernos y a los donantes. Si no se comprenden las formas en las que el desarrollo puede producirse y se produce en medio de los conflictos, las ONG perderán la oportunidad de fortalecer a las comunidades locales. Aún mas, si el conflicto no se contempla desde una perspectiva política y/o de derechos humanos, las ONG incluso pueden, sin quererlo, reforzar a los grupos enfrentados, o bien servir como cobertura política de la falta de actuación de los gobiernos donantes.

Las ONG han comenzado a encaminarse, aunque de forma incierta, hacia una comprensión más amplia del desarrollo, la cual ya no se limita a los indicadores económicos. Han reconocido cuestiones como las relaciones sociales, las relaciones de producción y de géneros, y la gestión de capacidades humanas y de recursos naturales que tienen que ser tomados en consideración. Para poder conseguir cambios reales y duraderos, necesitan comprender el desarrollo como un concepto más inclusivo, que no puede estar contenido en el viejo continuo lineal de 'socorro-rehabilitación-desarrollo'. En las nuevas concepciones del desarrollo, éste ya no depende del fin de las hostilidades, porque éstas incluyen relaciones y habilidades que también demandan atención durante el conflicto, como puede verse en experiencias de organizaciones que trabajan en lugares tan diversos como Sudán y El Salvador.

Reflexiones para lograr nuevos conocimientos

Este libro es una colección de artículos recogidos en números anteriores de Development in Practice, que ofrecen toda una gama de perspectivas sobre los retos a los que se enfrentan las ONG en situaciones de conflicto. A menudo, la denominación 'ONG' es demasiado amplia un colega dijo que definir estas organizaciones como 'ONG' equivale a describir una mesa como 'no agua'. Pero a efectos de este artículo, el término incluye a las ONG locales, nacionales e internacionales, con un énfasis especial en el papel que desempeñan estas últimas en escenarios de conflicto. A menudo la relación entre ONG internacionales y organizaciones locales es compleja, como se aprecia claramente en varios de los artículos de este volumen. Aprender de estas experiencias no es una cuestión de buscar respuestas a preguntas simples o lineales. Estos artículos pueden mas bien ayudar a los profesionales a reconocer sus propias perspectivas y presunciones sobre el trabajo en situaciones de conflicto, sobre la importancia de incidir en las políticas de los gobiernos y las organizaciones humanitarias, sobre la necesidad de revisar las prioridades de sus propias organizaciones, y sobre cuestiones referidas a las prácticas operacionales.

Si las experiencias obtenidas desde mediados de los años setenta hasta hoy no son comprendidas adecuadamente, las ONG perderán la oportunidad de mejorar su efectividad cuando actúan en la línea de fuego. Sus objetivos podrían ser contrarios a las percepciones de la comunidad y, tal como han señalado observadores como Mary B. Anderson y John Prendergast, podrían llegar a empeorar el conflicto en lugar de aliviarlo (1). El suministro de alimentos y otros recursos, la contratación de guardias armados, los acuerdos alcanzados con determinadas facciones políticas o la selección de regiones especificas en las que concentrarse, son elementos que en conjunto pueden influir en los bandos en pugna e incluso sobre el probable resultado del conflicto. En un mundo en el que las situaciones de conflicto de larga duración están aumentando, los conocimientos que ofrecen estos artículos serán un valioso recurso para los profesionales.

Emergencias humanitarias complejas y 'la nueva realidad'

El final de la guerra fría en 1989 parece haber creado las condiciones necesarias para provocar contiendas civiles y guerras internas (2). Existe el riesgo de inferir que 1989 es la fecha en la que comienzan a producirse emergencias humanitarias complejas. Pero en lugar de ello, parece ser que la desaparición de los límites que las superpotencias establecieron en sus Estados clientes se ha visto acompañada por una creciente concienciación sobre la extensión de tales emergencias. Éstas se caracterizan por la ruptura del orden político, económico y social, y por hacer de la población civil el objetivo de la violencia.

Las cruentas realidades de las emergencias humanitarias complejas actuales pueden encontrarse en anteriores guerras civiles durante los años setenta y ochenta, en las cuales las ONG obtuvieron importantes experiencias. Existieron, por ejemplo, muchas emergencias significativas y brutales antes de 1989, en lugares como Afganistán, Mozambique, Camboya y El Salvador, pero la guerra fría las ocultó parcialmente, y en cierto sentido muchas fueron enmudecidas por la intervención de diversos actores externos. Lo que éstas comparten con crisis más recientes es la característica de ser emergencias políticas más que naturales. Y como tales son importantes fuentes de información y experiencias, las cuales pueden servir hoy como guía para los profesionales.

La guerra fría fue una época de atroces guerras en las que los contendientes combatían por delegación de las grandes potencias. Aunque los patrocinadores de esas guerras han sido eliminados, no ocurrió lo mismo con las armas y las causas de conflictos. El incremento de las emergencias humanitarias complejas está documentado por las crecientes cifras de refugiados, de desplazados internos, y la mayor proporción de ayuda oficial al desarrollo (AOD) que hoy se gasta en ayuda de emergencia. Un resultado del reconocimiento de las realidades de trabajar en emergencias humanitarias complejas de larga duración ha sido el replanteamiento del papel que desempeñan las ONG en estos conflictos. Las duras lecciones obtenidas de experiencias como Ruanda, Somalia y Bosnia muestran la necesidad de dar más atención por parte de las ONG a la forma de operar en dichas situaciones. El reconocimiento cada vez mayor de las dificultas que comporta actuar en situaciones de conflicto armado no debería restarle valor a las lecciones que se han aprendido en las dos décadas anteriores. Debido a la menor importancia otorgada a las cuestiones de seguridad relacionadas con la guerra fría, se ha puesto mayor atención en otros tipos de conflicto. La desintegración de varios estados africanos ha creado en algunos la impresión de que el trabajo de las ONG en situaciones de conflicto es algo bastante nuevo. Esto, sin embargo, está lejos de ser verdad, como puede verse revisando la amplia gama de experiencias de las ONG en varios conflictos de larga duración que han tenido lugar en distintos lugares del mundo antes de 1989.

Aunque ha habido un trágico aumento en el número total de emergencias humanitarias complejas en las que existe guerra y violencia, en las últimas décadas muchas ONG han adquirido una experiencia significativa en el trabajo en la línea de fuego. Como señalan los artículos sobre Sudán y El Salvador incluidos en este libro, las ONG locales e internacionales que han trabajado con comunidades locales en épocas de conflicto han aprendido lecciones valiosas. Otros lugares en los que se ha hecho trabajo de desarrollo a largo plazo en un contexto de conflicto han sido Etiopía, Mozambique, Afganistán y Camboya. En esta recopilación, el artículo de Alison Joyner sobre el trabajo en Sudán proporciona profundas reflexiones sobre la tarea de incorporar objetivos de desarrollo en el trabajo de largo plazo con poblaciones refugiadas. Como ella misma apunta, 'esperar hasta después de la emergencia es demasiado tarde'. En este caso, la introducción de un sistema flexible para capacitar a profesores, ofrece un enfoque para el desarrollo humano que no depende de invertir en la construcción de edificios que pudieran no sobrevivir a la guerra. Joyner indica que, incluso en conflictos prolongados, y dependiendo de la naturaleza de la guerra, las sociedades continúan 'desarrollándose' a lo largo de periodos de crisis. Si las ONG pueden también ser flexibles y móviles en sus acciones, las mejoras en la educación y la capacitación se convierten en una inversión en la gente que puede sobrevivir a la destrucción física. De esto se hacen eco también Francisco Alvarez Solís y Pauline Martin cuando escriben sobre El Salvador, concluyendo que 'se ha acumulado un rica experiencia en asistencia humanitaria, educación no formal y desarrollo económico, social, y sanitario basado en la comunidad, particularmente en las áreas y comunidades más severamente afectadas por la guerra'. Las propias dificultades inherentes a la valoración del impacto de la asistencia en entornos inestables nos indican la importancia que tiene la ampliación de las capacidades locales en este ámbito.

Construyendo sobre la base de las capacidades institucionales locales y el aprendizaje local

Como se indicó anteriormente, la relación entre ONG internacionales y las organizaciones locales es compleja en formas que requieren atención y respuestas sagaces. Las ONG sufren tensiones respecto al uso de los fondos y a las prioridades de sus programas, así como respecto a los problemas de subcontratación. En particular, en las situaciones de socorro ante emergencias, las ONG internacionales actúan con frecuencia como subcontratistas implícitos o explícitos de los donantes multilaterales y bilaterales. Cuando empiezan a trabajar con ONG locales o con organizaciones de base existe el peligro de que la relación se establezca en una base contractual por razones de conveniencia, debido a las presiones de tiempo y a la más amplia estructura operacional dentro de las cuales tienen que operar. Otro riesgo adicional es que la presión de 'ser operativo' reduzca la capacidad de las ONG internacionales para valorar sus contrapartes potenciales. Pero la tarea de valorar la legitimidad y la responsabilidad de las diferentes organizaciones locales plantea cuestiones de gran importancia que requieren un análisis cuidadoso.

En conflictos civiles, a menudo surgen nuevos papeles para las ONG locales y las organizaciones de base, que ponen a prueba sus operaciones y capacidades. Organizaciones locales tales como los sindicatos, las iglesias, las cooperativas campesinas y los grupos de mujeres pueden verse ante la necesidad de actuar en diferentes aspectos del trabajo de socorros y rehabilitación. Esta transición puede causar dificultades cuando los conflictos decaen o cesan, tal y como señalan tanto Goodhand y Chamberlain como Álvarez Solís y Martin. De los conflictos surgen nuevas funciones, nuevas tareas y nuevas estructuras, que deben adaptarse cuando el conflicto disminuye. En la guerra civil salvadoreña surgieron muchos grupos locales para defender los recursos de la comunidad y hacerse cargo de la supervivencia; y fue realmente en respuesta a la violencia como evolucionaron nuevas formas de organización social. Este es también un recordatorio para las ONG internacionales: éstas deberían buscar como socios a las formas de organización que se generan localmente, antes que generar sus propias estructuras o proyectos. Valorando las realidades de América Central, Álvarez Solís y Martin señalan que 'muchas de las ONG de la generación de los ochenta son esencialmente la expresión institucional de la población pobre urbana y rural que se organizaron para defenderse por sí mismos de la violencia y la opresión'. Dadas las enormes diferencias que existen entre contextos regionales o nacionales, la capacidad o la legitimidad de las ONG locales no puede darse por sentada, y requiere una valoración sagaz y sobre el terreno por parte de las organizaciones que podrían prestarles apoyo.

El trabajo en El Salvador, Camboya, Sudán y otros países le ha dado a las ONG enseñanzas sobre, entre otras cuestiones, cómo se produce desarrollo para la supervivencia en situaciones de conflicto. La línea de separación entre 'socorros' y 'desarrollo' desaparece, especialmente cuando se reconoce que las poblaciones locales tienen vidas e historias que preceden a la presencia de agencias externas, tal y como recalcan James Scott y Robert Chambers. El reto para las ONG consiste en comprender la extensión geográfica y el impacto de los conflictos contemporáneos, así como el largo ciclo temporal histórico de éstos. Esto aparece claramente en el ensayo de Goodhand y Chamberlain sobre Afganistán, en donde las ONG se vieron forzadas a reconocer que su trabajo tiene lugar en situaciones de complejidad y en realidades yuxtapuestas. De la misma forma, el artículo de Chris Roche hace una profunda reflexión sobre las operaciones que se desarrollan en un contexto de turbulencia, y muestra la posibilidad de encontrar elementos estabilizadores que aunque no resuelven el conflicto pero que pueden ser las bases para un desarrollo futuro.

A medida que las ONG aprenden de sus experiencias en emergencias humanitarias complejas, se tienen que enfrentar a las cuestiones que plantea la mayor amplitud de sus papeles y responsabilidades, especialmente en relación con las víctimas de violencia. Ha habido una separación aceptada entre las ONG y otras organizaciones humanitarias y las políticas de la guerra y la confrontación civil. Esto ha empezado a cambiar a medida que la conducta de las ONG en las emergencias complejas se somete a un escrutinio cada vez más estrecho. La creciente presencia de ONG en contextos de conflicto de largo plazo ha suscitado preguntas de mayor calado sobre el impacto y el papel que juega cualquier organización humanitaria en tales situaciones. Se han planteado serias preguntas sobre el impacto de su acción por parte de analistas que han lanzado a las ONG el desafío de considerar la naturaleza real de su papel en operaciones multi-mandato (la bibliografía comentada de este volumen contienen varios ejemplos al respecto).

La neutralidad perdida y otras complicaciones

Mary B. Anderson ha mostrado que hay muchas formas en las que las ONG pueden exacerbar un conflicto. La introducción de recursos externos se ha interpretado a menudo como un factor que favorece a una facción contra otra, o que otorga un inestimable material que aumenta el poder de los líderes de una facción. Cuando las ONG contratan guardias o negocian acuerdos con algunos líderes en particular, pasan de un papel neutral a otro en el que pueden influir en el resultado del conflicto. Las preocupaciones de Anderson encuentran eco en la aportación de Álvarez Solís y Martin, que comentan que la contribución de las ONG en El Salvador no fueron totalmente positivas, ya que también trajeron competencia, duplicación de esfuerzos, mala planificación, falta de coordinación y en general una débil evaluación de su trabajo. Estos autores también señalan las dificultades que aparecen cuando las ONG compiten para obtener fondos, y las tensiones que surgen entre las ONG y las organizaciones populares. Un problema que afecta a muchas ONG, y no solo en situaciones de conflicto, es su creciente dependencia del 'empaquetado' y 'venta' de proyectos a los donantes.

Este tipo de críticas son bienvenidas y necesarias, debido a que durante los años ochenta ha existido la tendencia a generalizar sobre los atributos de las ONG, sin que existiera la misma actitud a la hora de cuestionar la calidad de su trabajo. Las ONG se encuentran sometidas a un creciente escrutinio en lo relativo a su legitimidad, responsabilidad y eficiencia (3). Es necesario evaluar su impacto y determinar cómo puede lograrse el equilibrio entre su responsabilidad para con las poblaciones locales y los requerimientos de los diferentes donantes de los programas de las ONG. También se requiere responsabilidad y rendir cuentas ante las ONG tienen que responder a los rigurosos cuestionamientos políticos que surgen en las situaciones de conflicto.

La organización African Rights ha elaborado críticas mordaces respecto a las deficiencias de las organizaciones internacionales en Somalia, Sudán y Ruanda. Su documento de discusión ¿Humanitarismo sin límites? cuestiona el papel de las organizaciones humanitarias y se pregunta si existe un nuevo imperialismo y una actitud de arrogancia en aquellos que piden actuaciones militares o 'intervenciones humanitarias' como una solución rápida para las emergencias complejas (4). La cuestión que emerge desde esta críticas y desde el conjunto de la bibliografía es si es que el humanitarismo no conoce límites o se ha liberado de complicaciones. Las ONG, ¿han reclamado la intervención a causa de su arrogancia, o más bien como resultado de su incertidumbre sobre qué hacer en situaciones de conflicto?

Riesgos para la seguridad, violencia y trauma sicosocial

Si las ONG aceptan que están trabajando en contextos de emergencia de naturaleza política, y que a menudo éstos implican violencia deliberada y generalizada contra los civiles, no deberían permanecer en el silencio. Sin embargo, no siempre está claro cómo deberían expresar sus preocupaciones sobre los derechos humanos y las cuestiones políticas. Alex de Waal, coautor de muchos informes de African Rights, señala en este volumen que el punto de entrada de las preocupaciones sobre los derechos humanos durante las hambrunas puede ser la denegación de alimentos a la población civil, dado que los derechos políticos son cruciales para luchar contra el hambre (5). Miloon Kothari hace un planteamiento similar al observar que las expulsiones forzadas y el desarraigo de pueblos y comunidades se ha convertido en un aspecto recurrente de los conflictos y de los juegos de poder de los gobiernos. La brutalidad que se ejerce contra la población civil, por hambre o desplazamiento forzoso, exige una clara función de defensa a nivel político por parte de las ONG, de la misma forma que se proporcionan socorros inmediatos.

Mientras las ONG se esfuerzan para encontrar maneras de afrontar los dilemas referidos a los derechos humanos y a las cuestiones políticas en situaciones de conflicto, también tienen que afrontar el precio que la violencia impone en el plano emocional tanto en propios trabajadores como en las poblaciones civiles. Un influyente ensayo de Hugo Slim sobre 'camaleones en peligro de extinción' subraya cómo los trabajadores humanitarios, que antes habían sido capaces de actuar en un espacio neutral entre combatientes, son cada vez más un objetivo de guerra. Las ONG habían tenido una sensación de protección y de singularidad que las alentaba a operar en tales situaciones, en la creencia de que los riesgos eran bastante bajos. Esto ha cambiado debido a que han aumentado los casos de secuestro, robo a mano armada e incluso la violencia que se dirige deliberadamente hacia el personal de las ONG. La identificación que Slim hace de la cuestión de la seguridad y la carga emocional que soporta el personal de las ONG se ha confirmado en Ruanda, Burundi y Liberia, entre otros lugares en los que las ONG y otras organizaciones humanitarias han visto sus oficinas asaltadas, su personal herido y asesinado, y su personal amenazado por diversas facciones militares.

La demanda hecha a las ONG para actuar en situaciones de conflicto y alto riesgo corre pareja a los desafíos que plantea el trabajo con poblaciones traumatizadas. Los artículos publicados en este volumen de Hàns Buwalda, Lucy Bonnerjea y Jane Shackman con Jill Reynolds, coinciden en indicar que hay costes que se imponen a los civiles que a menudo duran más que la necesidad de alimentos, abrigo o atención sanitaria. Los tres artículos abordan los costes sociales que soportan las comunidades atrapadas por la guerra. Al mismo tiempo, como resalta Derek Summerfield, es importante anotar que estas comunidades y sus residentes no son víctimas pasivas, ni simples 'casos traumáticos'. Una vez más, en cada situación hay complejas circunstancias históricas y políticas a las que las ONG deben ser sensibles cuando planifican y conducen sus operaciones.

Desarrollo de recursos experimentales más amplios

Los artículos publicados en este volumen proporcionan diversas vías a seguir por las ONG que trabajan durante los conflictos o después de su cese formal. No puede haber una respuesta única a la pregunta de cómo las ONG deberían actuar en medio de esas situaciones. Se han elegido estos artículos, empero, para alentar la reflexión dentro de las ONG y por parte de los profesionales. Reúnen diversas experiencias de ONG y profesionales y ofrecen puntos de partida para un cuestionamiento reflexivo y para generar nuevas ideas a partir del aprendizaje organizativo.

Hay indicios de que las ONG y otras organizaciones humanitarias están prestando más atención a los dilemas que se presentan en el trabajo en emergencias complejas. En los últimos cinco años han aumentado las críticas, justificadas, de que las ONG a veces compiten por los recursos y por la cobertura de los medios de comunicación, pero también se ha incrementado la coordinación entre las ONG, tanto a nivel nacional como internacional. Pueden verse pruebas de ello en las acciones de plataformas de coordinación como el Consejo Internacional de Organizaciones Voluntarias (ICVA) y la coordinación con ONG del Departamento de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas. Esta coordinación se produce tanto en el ámbito operacional como en el interés de contar con una voz más enérgica y coherente para la incidencia política. Existe interés en establecer mecanismos de acreditación individual de las ONG para diferentes especializaciones sectoriales, en parte para modificar los requerimientos que imponen la búsqueda de recursos y la atención de los medios de comunicación en el trabajo de las ONG. Se están planteando, además, importantes preguntas sobre las diferencias que existen entre la neutralidad y la independencia en situaciones de atroces violaciones de los derechos humanos.

En conclusión, son varios y de gran amplitud los temas que requieren más elaboración. Las preguntas que se exponen a continuación pueden servir de base para una mayor reflexión dentro de las organizaciones y entre ellas:

Estas preguntas están encaminadas a alentar a todas las ONG y a los profesionales individuales a pensar con creatividad sobre futuros alternativos. Las ONG podrían convertirse en poco más que los cucharones de las cocinas mundiales de caridad, aliviando superficialmente la miseria de las víctimas del conflicto, pero careciendo de la capacidad, la comprensión o el interés para abordar sus causas y consecuencias. Las ONG también pueden convertirse en contratistas públicos de los grandes donantes, pero, si eso sucediera, ¿Podrán mantener opiniones independientes e involucrarse en actuaciones bien orientadas dentro de situaciones difíciles?

La experiencia del trabajo en situaciones de conflicto armado ha demostrado que existen oportunidades para desarrollar programas adaptativos y creativos, incluso cuando a los agentes externos les parezca que es poco o nada lo que se puede hacer. El artículo de Chris Roche ofrece a las ONG tanto un desafío como una oportunidad para establecer elementos estabilizadores para sus operaciones. A pesar de los dislocamientos nacionales e internacionales, las ONG pueden construir marcos de trabajo aceptados para actuar e interpretar lo que está ocurriendo. Incluso frente a cambios rápidos, discontinuados o turbulentos, en los que las viejas concepciones ya no son válidas, podría ser realmente posible que las ONG actúen en la línea de fuego con eficiencia, responsabilidad, y tener un impacto positivo y de larga duración.

Notas

El autor

Stephen Commins tiene amplia experiencia como consejero en la formulación de políticas para toda una gama de organizaciones no gubernamentales y de otro tipo en Estados Unidos, y durante los últimos ocho años ha trabajado para World Vision International. Anteriormente fue Director del Instituto de Desarrollo del Centro de Estudios para África, en la Universidad de California en Los Angeles, y ha escrito y publicado ampliamente sobre desarrollo y seguridad alimentaria.


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