Associated Publications


Abstracts   Contact    About    Submissions    Authors   Subscribe

Desafiando los estereotipos de género en la capacitación:

los refugiados mozambiqueños en Malawi

Lewis B Dzimbiri

Antecedentes

El fenómeno de los refugiados mozambiqueños en Malawi se remonta a los tiempos del dominio colonial portugués. Sin embargo, ha sido la espectacular magnitud de la actual afluencia de refugiados lo que ha atraído la atención nacional e internacional. A finales de 1992, Malawi cuya población nacional es de unos nueve millones de habitantes albergaba en 12 de sus 24 distritos a más de un millón de refugiados mozambiqueños.

Este documento surgió de un estudio etnográfico realizado por las universidades de Oxford y de Malawi, con el objetivo general de examinar los motivos y el impacto del suministro de ayuda humanitaria a los refugiados y a la población del país de acogida (Zetter 1991). El autor, que se centró en la organización y la gestión del régimen de los refugiados, mantuvo largas conversaciones con representantes de toda la gama de agencias gubernamentales y ONG implicadas, así como con los propios refugiados en dos campos: Chifunga en Mwanza y Tengani en Nsanje y en las dos zonas de asentamiento espontáneo de Ntchou y Dedza, todas ellas centradas en desarrollar las aptitudes de los refugiados para estimular un desarrollo socioeconómico sostenible.

El argumento central de este documento es que si al incorporar personal para actividades generadoras de ingresos, se aplican las ideas tradicionales sobre los roles de los hombres y de las mujeres, entonces el potencial de desarrollo de la mujer permanece en gran medida sin explotar. Se deben buscar activamente enfoques alternativos para trabajar con mujeres, a fin de garantizar que el proceso del desarrollo sea fructífero y justo desde el punto de vista del género.

Las mujeres en los programas de desarrollo y de ayuda de emergencia

La función socioeconómica de la mujer en todo el África rural y en otros lugares es crucial. Se calcula que las mujeres son responsables de aproximadamente el 70% de la producción de alimentos básicos, así como del mantenimiento del hogar, el cuidado de los hijos, la recolección de agua y de leña, y la molienda del grano, entre otras tareas domésticas.

A pesar de ello, las mujeres son notoriamente desatendidas en las iniciativas de desarrollo y de ayuda de emergencia, y la mayor parte de las mejoras tienden a acumularse en los hombres. Las mujeres son marginadas en la educación, en la capacitación y en los procesos de toma de decisiones. Según el famoso dirigente africano Dr. Aggrey, cuando se educa a un hombre, se ha educado a un individuo; pero cuando se educa a una mujer, se ha educado a una familia (Castle 1965). Para que el desarrollo sea realista a la vez que relevante, las mujeres deberían ser un elemento central de cualquier estrategia de desarrollo.

En todo el mundo, las mujeres y los niños constituyen aproximadamente el 80% de la población global de refugiados (MeierBraun 1992). Por ejemplo, en el campo de Muzola, en el distrito de Mulanje en Malawi, Machika (1992) encontró que de un total de 32.430 habitantes, el 52% eran niños y el 26% mujeres, mientras que el 22% (6.907) eran hombres. En el caso de las mujeres, la experiencia demuestra que la mayoría están solas y con hijos, como viudas, divorciadas o esposas abandonadas (Kalyati 1990).

Paradójicamente, y a pesar de su mayoría numérica en la población adulta, las mujeres refugiadas están marginadas. El hecho de que no se reconozcan ni su posición clave en la economía familiar ni sus necesidades específicas ha llevado a que las mujeres refugiadas no solamente se encuentren en situación de desventaja, sino que, además, a que el conjunto de los programas hayan fracasado. Por ello, tanto los que diseñan las políticas como los que trabajan sobre el terreno han hecho una contribución adicional, inconsciente o deliberadamente, al debilitamiento de la posición de las mujeres (Harrell-Bond 1986).

Las mujeres refugiadas y el contexto del campo de refugiados

Antes de buscar refugio en Malawi, aproximadamente un 90% de los refugiados mozambiqueños estaba involucrado en algún tipo de actividad agrícola, en la que las mujeres participaban en las tareas de cultivo, siembra, escarda y cosecha (Kotch 1990, Machika 1992). Desafortunadamente, no es posible llevar a cabo amplios programas de agricultura en el contexto de un campo de refugiados. Por ello, para fortalecer el espíritu de autosuficiencia entre la población refugiada, se hace hincapié en actividades no agrícolas generadoras de ingresos, como el corte y confección, la carpintería, la hojalatería, la fabricación de pan o de esteras, la reparación del calzado, el tejido y el punto. Esto no significa que no haya actividades relacionadas con la agricultura. Todo lo contrario. Existe, por ejemplo, alguna actividad hortícola y de cría de ganado menor. Sin embargo, centrarse en actividades no agrícolas es una estrategia que plantea muchos interrogantes. ¿Hasta qué punto logran ser autosuficientes las poblaciones refugiadas? ¿Cuántas personas en total están implicadas como beneficiarias? Además, dado que las citadas actividades pueden no absorber a todos, como consecuencia del 'embudo' por el que se incorporan los beneficiarios (Dzimbiri 1992), ¿Cuál es la proporción de hombres y de mujeres en los diferentes proyectos? Si el papel de la mujer es fundamental para el sustento de la unidad familiar, ¿qué se hace para fortalecer la capacidad para obtener ingresos de las mujeres refugiadas? ¿Qué papel juega el género en la asignación de proyectos y en la incorporación de beneficiarios?

Las mujeres refugiadas y los proyectos: una visión de conjunto

En esta sección se presenta una tipología seleccionada de la implicación de la mujer en diversos proyectos de generación de ingresos, utilizando los datos suministrados por coordinadores de proyectos y por supervisores sobre el terreno. Dos ONG ilustran el caso del campo de Chifunga en Mwanza, y tres ilustran el caso del campo de Tengani en Nsanje.

Campo de Chifunga

Así, de un total de 1.562 beneficiarios de las diferentes actividades generadoras de ingresos realizadas en los dos campos, sólo participaron 307 refugiadas, menos del 20% de la población total adulta. Además, ninguna mujer participó en los programas de hojalatería, carpintería, fabricación de esteras, sastrería o reparación de radios y de calzado, y ningún hombre en las actividades de 'economía doméstica'. ¿Están las ONG reforzando la división del trabajo 'tradicional' entre hombres y mujeres?

Desde el punto de vista del autor, estos dos campos no son en absoluto excepcionales. Si la incorporación de beneficiarios se realiza en función de concepciones tradicionales (o arcaicas), prejuiciadas y estereotipadas de las distinciones de género entre hombres y mujeres, muchas refugiadas se hundirán en una situación de impotencia y de obligada ociosidad, dado que en el entorno de un campo las actividades agrícolas están seriamente restringidas. Entre las mujeres casadas, uno puede imaginar que sus maridos pueden haberse incorporado a otros proyectos. Pero la situación es dura de soportar para esa mayoría de mujeres solteras o solas, ya que no todas ellas son beneficiarias incluso de los denominados proyectos de 'mujer y desarrollo' (Women in Development), como hacer punto o tejido.

Peor aún, incluso si las mujeres están incluidas en ellos, estas actividades no tienen una gran demanda, dadas las circunstancias de la vida real de la población de refugiados. ¿Necesitan de verdad manteles o ropa? Si no es así, entonces no hay demanda de ellos, y por lo tanto ya no son generadores de ingresos. Por ejemplo, mientras que ACNUR hace grandes pedidos de uniformes escolares confeccionados por grupos de sastrería, de pupitres y sillas escolares hechos por carpinteros, y de cubos fabricados por los hojalateros, no encarga los manteles ni la ropa que hacen las mujeres refugiadas. Si el objetivo de estas actividades fuese sólo ocupacional, y no el de dar dinero para una supervivencia que vaya más allá de las 'dádivas', entonces esto sería menos preocupante. Pero, ¿Debemos condenar a las mujeres refugiadas a realizar actividades que no pueden fortalecer su autonomía?

La imagen del 'embudo' que encuentran las mujeres en su camino hacia la autonomía se hace aún más evidente cuando uno observa las estadísticas de mujeres beneficiarias de actividades que son verdaderamente generadoras de ingresos.

Frente a este escenario, el autor cree que se debería cambiar el énfasis cruzando deliberadamente la división de roles tradicional para dar a la mujer una mayor participación en actividades económicas relevantes. Debemos hacer coincidir la teoría y la práctica para fomentar la igualdad de oportunidades para hombres y mujeres.

El Consejo Noruego de Refugiados (Norwegian Refugee Council, NRC)

El objetivo global del NRC es fortalecer la autonomía mediante el desarrollo de las aptitudes de los refugiados de Mozambique y los habitantes de Malawi afectados por la afluencia de refugiados mozambiqueños. En Nitcheu, el NRC tiene proyectos situados en dos lugares, Biriwiri y Kambironjo, en los que ha tomado la decisión de involucrar a las mujeres en oficios tradicionalmente dominados por hombres, tal y como se ilustra a continuación:

Proyecto de Kambironjo

En estos lugares las mujeres representan más de un 74% y de un 63% respectivamente de los beneficiarios totales. Resulta fascinante observar cómo los proyectos pueden diseñarse para aumentar la participación de las mujeres en actividades clave o en actividades lucrativas, a pesar de que existen normas y expectativas culturales profundamente arraigadas en contra. ¿Cómo logró el NRC este importante avance?

En un principio, las mujeres se mostraban reacias a sumarse a oficios tradicionalmente dominados por los hombres, como la carpintería, la hojalatería o la albañilería. Sin embargo, un proceso sistemático de toma de conciencia ayudó a modificar los valores y las creencias de las mujeres. Se mostraron materiales didácticos en los que había dibujos o recortes de prensa mostrando a mujeres en oficios como ingeniería, carpintería, soldadura, arquitectura, hojalatería, etc. Esto causó una gran conmoción entre las refugiadas mozambiqueñas y sus homólogas malawianas. Desde entonces, nunca han faltado nuevas candidatas para estos proyectos. Según Norman Tembo, el supervisor de campo de Biriwiri, 'Ahora nuestro problema es cómo acomodar a muchas refugiadas que están en la lista de espera, que es siempre bastante larga'. También es grato observar que ACNUR crea los mercados para estas beneficiarias, realizando grandes pedidos de cubos para agua, uniformes escolares y pupitres.

¿No merece la pena imitar y mejorar este enfoque? No es demasiado tarde. Después de todo, como afirma Robert Chambers (en Harrell-Bond 1986), el espinoso problema de miles de refugiados, personas desplazadas o víctimas del hambre, en el África rural o en otros lugares, no va a desaparecer.

Conclusión

Existe una apremiante necesidad de modificar los enfoques tradicionales y su sesgo de género a la hora de asignar proyectos a los beneficiarios entre los refugiados de larga duración. Dado que el entorno del campo de refugiados restringe las actividades agrícolas, el desarrollo de las aptitudes de las refugiadas debería centrarse en las actividades generadoras de ingresos, incluso aunque éstas sean consideradas como tradicional dominio masculino. El ejemplo del Consejo de Refugiados de Noruega en Malawi es un buen punto de partida.

Referencias

Castle, E.B., 1965, Principles of Education for Teachers in Africa, London: Oxford University Press.

Dzimbiri L.B., 1992, `Managing Refugees in Malawi. An Overview', unpublished Research Report, Zomba: Chancellor College.

Harrell-Bond, B.E., 1986, Imposing Aid: Emergency Assistance to Refugees, Oxford: Oxford University Press.

Kotch A.B., 1990, `Refugee Women in Malawi: Their Role in Household Food Security', EGM/RDWC/1990/BP2 Vienna June 28.

Machika, M.R.E., 1992, `Income Generation Activities among Camp Refugees. The Case of Muloza Camp', Blantyre: conference paper.

Meier-Braun K.H., 1992, `The new mass migration', Scala Magazine, September/October 1992.

Zetter, R., 1991, `Governments, NGOs and Humanitarian Assistance for Refugees in Southern Africa: Handbook for Researchers', Oxford University.

El autor

Lewis B. Dzimbiri es Profesor de Administración Pública en la Universidad de Malawi.

Este artículo apareció por primera vez en Development in Practice, volumen nº 5, número 2, en 1995


Contact  -  Subscribe - About - Abstracts -  Submissions