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¿Quién es el experto?

Valerie Emblen

Los asesores: ¿parte del problema o parte de la solución?

En 1990 viajé a la República Democrática Popular de Laos (RDP) para trabajar como Asesora de Preescolar del Ministerio de Educación. Era mi primera experiencia de trabajo prolongado en el extranjero. El Ministerio de Educación me había pedido ayuda para desarrollar una metodología de enseñanza de jardines de infancia y de escuelas de capacitación de maestros de preescolar. El proyecto fue planeado y apoyado por Save the Children Fund del Reino Unido (SCF/RU). Cuando llegué, descubrí que el Ministerio esperaba que yo redactara los manuales de capacitación, que ellos traducirían al laosiano, y que posteriormente organizara los cursos de capacitación para aprender a usarlos. Nunca había tenido que plantearme cómo 'empaquetar' métodos pedagógicos, o ni siquiera si en realidad había métodos pedagógicos 'correctos' que todo el mundo debía conocer, y sobre todo me preocupaba la pertinencia de mis conocimientos ingleses en este contexto tan diferente. Pasé unos cuantos meses incómoda mientras renegociaba mis funciones, siempre muy consciente de que yo no era la asesora que se esperaba.

En la lengua laosiana, seosan significa asesor o experto; esta palabra transmite un respeto generalizado hacia la educación. Ambas palabras, seosan y experto, expresan la idea de que una persona puede poseer un conocimiento valioso que es independiente de un contexto en particular. Aquellos que intentan desarrollar un sistema educativo deben comprender que existen cuestiones que no conocen, secretos que no saben, y que esto obstaculiza su desarrollo. Yo vi cómo, en un sistema en el que hay poca confianza, las personas están tentadas a buscar la respuesta mágica, los métodos y los materiales que están perfectamente probados por los maestros. Esto es un engaño, pero parece ser que los gobiernos, al igual que los financiadores, fomentan este mito..

Yo fui la última de una larga lista de asesores del Departamento de Capacitación del Profesorado: en los últimos diez años habían tenido un ruso, un cubano y un vietnamita. Sólo después de estar mucho tiempo en Laos descubrí que había una actitud muy ambivalente hacia los asesores extranjeros. Escuché comentarios como: 'A ellos les pagan enormes sueldos y nosotros tenemos que hacer el trabajo...' 'Tuvimos que reescribir totalmente el proyecto después de que se marcharan...' 'No tienen ni idea de nuestro país; nunca han salido de Vientián, ¿Qué es lo que saben?'. Los asesores de las ONG no escapan a este escepticismo, y se tenía la impresión de que no siempre estaban bien preparados: 'Los asesores deberían tener una pericia real en sus propios países'.

Las actitudes hacia los nuevos proyectos son ambivalentes: se empiezan con grandes esperanzas y a veces con expectativas poco realistas mientras que, al mismo tiempo, años de fracasos han hecho escéptica a la gente respecto a las posibilidad de éxito. Pueden mostrarse a la defensiva y no estar dispuestos a comprometerse ante la eventualidad de un nuevo fracaso. Pero siguen llegando asesores, y cada uno significa un nuevo comienzo, con el que se arrasa el trabajo anterior. La corriente de asesores ha tenido como efecto el debilitamiento de las capacidades de los maestros locales. Los documentos curriculares son más lustrosos ahora que se han ido los expertos del bloque del este y que las organizaciones occidentales han tomado sus puestos, pero los papeles se están empezando a amontonar y los bordes ya están amarillos. Mientras tanto, los niños siguen yendo a la escuela sin libros, y los maestros siguen dando clase hasta que se acaba el último pedazo de tiza y, con retrasos de dos años en sus sueldos, regresan a sus campos para trabajar.

He tenido que recordarme continuamente que los asesores pueden ser el problema tanto como la solución. La simple transferencia de conocimientos de un lugar a otro no es una ayuda, tal y como me quedó claro un día cuando me abordó una maestra de capacitación Laosiana que impartía un curso de salud infantil. Me preguntó si era verdad que en Europa les dábamos de comer a los bebés con 'grandes cucharas' y, 'si es así, ¿cómo lo hacéis?'. Sus materiales de capacitación, escritos por el asesor ruso, decían: 'Toma tres cucharas de mesa de&'. Pero en el contexto laosiano, por 'cuchara de mesa' se suele entender el cucharón de servir. Y ella nunca había utilizado los cucharones de servir como medida. Ella es una persona inteligente y profesional, y esta historia demuestra que es posible llevar a la gente a desconfiar hasta de sus propios saberes del sentido común.

En Vientián también es muy normal que los extranjeros que trabajan en el ámbito del desarrollo expresen opiniones desfavorables de sus colegas laosianos. Un funcionario del Ministerio sintió la necesidad de empezar una discusión con el siguiente comentario: 'Yo no sé si usted lo sabe, pero no todos los que trabajan en los ministerios de Laos son unos vagos'. Un informe de una ONG acerca de su trabajo en Indochina afirma que se necesita un número mayor de lo usual de asesores expatriados debido al 'personal homólogo de bajo calibre' (SCF 1992). Se está creando un mito que afirma que el 'subdesarrollo' (sea lo que sea tal cosa) se origina por vacíos de habilidades y conocimientos, y que esos vacíos se podrían colmar trayendo a gente de los lugares donde se sabe más. Este es un análisis simplista, que nos permite eludir las mucho más difíciles cuestiones del respeto, la igualdad y la justicia. Afortunadamente, mi trabajo en Londres me había hecho consciente de la forma en que se generan las opiniones negativas sobre otras culturas.

La realidad social y la comunicación intercultural

Las intervenciones se diseñan para provocar cambios, pero los cambios no se producen en un vacío, ya que tienen efectos en las vidas de las personas. Poco después de llegar, la directora del jardín de infancia de Dong Dok, que había sido capacitada y apoyada por SCF/RU, había sido bruscamente destituida de su puesto por la Escuela de Capacitación del Profesorado de Dong Dok. Habían sentido que se le había dado un trato preferente respecto a personas de rango superior; había asistido a cursos de capacitación, y se le había proporcionado una motocicleta. El colmo fue ver a su marido conduciendo la moto hacia la ciudad. Parecía un incidente trivial y, desde fuera, una decisión poco razonable, exagerada y autodestructiva. Pero esa es la realidad en la que las personas viven y trabajan. Los asesores extranjeros pueden ser muy egocéntricos, y no son capaces de ver que su labor se ubica en un contexto social; los juegos de poder, los celos y las batallas para mantener el status son comunes en todos los lugares. Las dificultades para los asesores extranjeros se magnifican porque ellos no forman parte de ese contexto cultural y no entienden las dinámicas de esa sociedad. La ignorancia no es censurable, pero sí lo es la falta de sensibilidad respecto a la importancia de los significados sociales.

La RDP de Laos es una sociedad que rehuye la confrontación, y la cortesía exige que no se contradiga a los asesores. Muchos extranjeros se sienten frustrados por el hecho de que las acciones aparentemente acordadas no se lleven a cabo; pero los habitantes de Laos han desarrollado técnicas que les permiten dar a conocer su opinión de forma sutil, sin cuestionar abiertamente al asesor. Intentarán no hacer lo que consideren inadecuado; y los extranjeros los acusarán entonces de vagos o de mostrar poco interés. Y ambas partes se sentirán frustradas. También sé que mi estilo de comunicación (muy pocas veces respondo a las preguntas directamente) originó algunos problemas. En una reunión, por ejemplo, un colega del Ministerio soltó, con una franqueza inusitada, que: 'La asesora no nos dice todo lo que sabe'. Tuve que reconocer que ninguna de las partes entendería totalmente el estilo de comunicación de la otra en los dos años que duraba el contrato, pero que podríamos aprender a quitarle importancia a los malentendidos y a reírnos de ellos.

La comunicación intercultural es un desafío, pero no quiero exagerar su dificultad: todos contamos con los recursos del entendimiento humano y con la empatía para inspirarnos. Y lo que es más importante, he visto lo fácil que es, cuando surgen malentendidos respecto a las intenciones ajenas, atribuirles los malos propósitos a otros.

Abordar los problemas y correr riesgos

Una colega laosiano me citó un proverbio: Nos enseñaste a preparar el pescado pero no lo cocinaste para nosotros. Estaba comentando la forma en la que habíamos trabajado juntas. Nosotros, mis homólogos laosianos y yo, tuvimos que planear una forma de iniciar los cambios. En el tiempo que estuve en la RDP de Laos tuve que aceptar que algunas de mis creencias básicas eran, en realidad, producto de la sabiduría convencional occidental. Para ilustrar las diferencias en las percepciones, me remito a los resultados de las investigaciones a las que me dedico actualmente en la RDP de Laos y en Inglaterra. Se les está preguntando a los maestros de niños pequeños cuáles son las cosas más importante que estos niños deberían aprender. En Inglaterra, los profesores contestan que la autonomía, la expresión de la propia personalidad y la independencia. Sin embargo, en Laos, los maestros colocan los valores sociales a la cabeza de la lista: la cortesía, el cuidado y el respeto por los demás. El reto era escuchar atentamente lo que los demás pensaban que era auténtico e importante, sin renunciar al derecho de sugerir otras interpretaciones y posibilidades.

En las escuelas de capacitación, los formadores de los maestros enseñan leyendo en voz alta los documentos curriculares para que los alumnos tomen nota en sus cuadernos. Queríamos saber de los capacitadores por qué lo hacían así, qué tipo de métodos pedagógicos querían lograr, y qué veían como limitaciones. Resultó que, como todos los profesionales, deseaban perfeccionar su forma de enseñar, pero se sentían impotentes debido a diversas circunstancias, algunas reales y otras imaginarias. Hace poco, una de las formadoras me recordó que ella había mantenido que no se debía permitir que los alumnos discutieran las ideas porque 'son demasiado estúpidos'. Se alegró de admitir que se había equivocado. Los formadores dijeron que sólo contaban con la pizarra como material didáctico; que no siempre entendían los planes de estudio; y algunos dijeron que no dejaban a los alumnos que hicieran preguntas porque ni ellos mismos sabían las respuestas. Tuvieron que sentirse muy confiados para hacer tales revelaciones. A partir de ellas, pudimos identificar los puntos fuertes sobre los que trabajar, y planear la forma de adquirir los nuevos conocimientos y técnicas que se consideraron necesarios. El proceso fue lento y duro para los implicados: aprender de esta forma no es un proceso cómodo; se le pide a la gente que se comprometa, que cuestione algunas de las creencias que tienen más arraigadas y que corra riesgos. Quizás la resistencia a correr riesgos sea la más significativa. Los gobiernos desean certidumbre: resultados mensurables en calendarios previstos, para recuperar el tiempo y la energía que han invertido. Desear el éxito es algo normal. Pero, en los esfuerzos por asegurarlo, los responsables políticos pueden limitar su visión para no dejar nada al azar, con el resultado de que lo nuevo es prácticamente indistinguible de lo viejo.

Los procesos se acordaron con el Ministerio y durante algún tiempo fueron bien acogidos, a medida que se desarrollaba la confianza de los maestros y formadores y se hacían más competentes. No obstante, otros proyectos que contaban con muchos más fondos, entre los que se incluía uno financiado por el Banco de Desarrollo Asiático, eran competencia exclusiva del Ministerio. El Banco hizo contratos de seis meses a 'expertos' expatriados para redactar las asignaturas del Plan de Estudios de los Maestros de Enseñanza Primaria. Estaban ofreciendo certidumbre el correcto porcentaje de la teoría en relación a la práctica, una relación comprehensiva de métodos pedagógicos, formatos adecuados para organización de lecciones mientras que el Proyecto de Preescolar seguía planteando preguntas. Estoy convencida de que nuestra forma de trabajar es igualmente válida para producir cambios a largo plazo, pero los 'expertos' tenían el aura de la autoridad conferida por su status internacional y, como consecuencia de que el gobierno de Laos paga a los asesores del Banco salarios astronómicamente altos contando con el dinero del préstamo, es bastante comprensible que a su trabajo se le concediera gran credibilidad.

Tenemos la suerte de haber tenido tiempo de mostrar avances, y de que un número suficiente de funcionarios del Ministerio estén convencidos de las mejoras de nuestra forma de trabajar para que el proyecto tenga la oportunidad de seguir adelante. Ignoro, sin embargo, cuáles serán sus resultados a largo plazo.

El lugar de los asesores extranjeros

¿Hay un lugar para el asesor extranjero? Pienso que sí. A lo largo de mi carrera, he acogido favorablemente la ayuda de aquellos que tenían una experiencia relevante. Todos necesitamos ideas nuevas, nuevos retos y estímulos; pero la forma en que se presta el asesoramiento es muy importante. Estoy convencida de que el conocimiento foráneo se debe negociar y entretejer cuidadosamente con los conocimientos locales, y se debe mostrar mucho más respeto a la pericia local.

Una historia que se escucha estos días en Vientián, que probablemente sea apócrifa, habla de un plan de estudios de ciencias para la escuela primaria, preparado recientemente por un asesor australiano, para el que se necesita un vaso de hielo y un termómetro. Los desajustes no suelen ser tan flagrantes, pero los sesgos pueden ser sumamente poderosos. Para ilustrar esto voy a citar un pasaje de un estudio reciente sobre la infancia laosiana (Phanjarunti 1994) realizado por UNICEF, que lo está usando en la planificación de su Programa de Infancia Temprana.

En general & el nivel de desarrollo cognitivo [de los niños de Laos] es lento en todas las edades en torno al 76% de lo establecido por las normas estándar internacionales. Los niños no saben decir su edad ni su apellido, ni conocen conceptos matemáticos (cálculos) o colores al nivel que deberían según los estándares. Los niños muestran respuestas lentas a la estimulación.

Sospecho que los niños se hubieran mostrado más entusiastas si se les hubieran hecho unas preguntas más estrechamente relacionadas con sus vidas y sus intereses. Desgraciadamente, sus supuestas deficiencias pueden convertirse fácilmente en el centro de la planificación del programa, y se pierden las buenas cosas que proporcionan sus familias y sus comunidades.

La sostenibilidad: deseo y miedo al cambio

Todos los que están implicados en una intervención han de esperar que ésta produzca un impacto duradero. Si un programa pretende producir un cambio a largo plazo, dicho cambio debe estar profundamente arraigado. Todo el mundo debe desear realmente el cambio, y afrontar de manera realista los problemas que ello implica. En un país pobre, las limitaciones económicas son una parte integral del trabajo. El sistema ha de construirse con lo que hay. Cualquier planteamiento que sugiera que el cambio se pueda producir sin amor, compromiso, trabajo duro y dolor es poco realista. Se necesita un compromiso apasionado ya que habrá pocas recompensas intrínsecas, ni en dinero, ni en prestigio ni en perspectivas profesionales. Al trabajar con un Ministerio, donde el enfoque es inevitablemente 'del centro hacia fuera' o 'de arriba hacia abajo', existe la posibilidad de producir cambios con rapidez; pero existe la posibilidad real de introducir modelos inaplicables, si no se ajustan adecuadamente a la realidad del país. Quizás los sistemas 'del centro hacia afuera' y 'de arriba a abajo' permanecen sin ser cuestionados porque las culpa siempre se puede achacar más abajo: el plan de estudios es bueno y los métodos modernos, por tanto, el problema debe estar en los maestros o peor todavía en los alumnos o los niños.

Existe, desde luego, una tensión entre el deseo de cambiar y el miedo a hacerlo, pero involucrar a un actor externo es una sólida afirmación de ese deseo de cambio. No obstante, las condiciones de trabajo en el extranjero para el personal de las ONG no siempre proporcionan la seguridad y la confianza necesarias para arriesgarse con un verdadero enfoque de desarrollo. Los contratos de corta duración, la inadecuada estructura profesional, las pocas oportunidades de formación y la imposibilidad de contrastar tus propias percepciones con las de otros que tengan contratos similares pueden hacer que una se sienta aislada y sin apoyo y todo ello sin tener en cuenta las dificultades adicionales que plantea ser una mujer en el trabajo del desarrollo.

Soy consciente de las muchas cosas que no pude solucionar; el papel del asesor requiere mantener el equilibrio entre dar a la gente lo que pide y ofrecer alternativas, y no sé si el equilibrio fue el adecuado. El grupo con el que trabajé directamente se mostró satisfecho con lo que habían conseguido. Por lo general, el Ministerio apoyó el trabajo, aunque algunos funcionarios querían reglas y formatos más definidos. Las voces de los maestros, padres y niños se han escuchado poco, y ellos son los más afectados.

No volveré a la RDP de Laos hasta dentro de diez años para ver lo que queda de lo que empezamos, pero me encantó la experiencia por los amigos que hice, y por la oportunidad de vivir en otra sociedad y descubrir cómo funciona. He desarrollado un enorme respeto por la mayoría de mis colegas laosianos, y por su capacidad de evolucionar a pesar de las muchas dificultades. La experiencia ha sido muy estimulante. Me he enfrentado con los límites de mi propia tolerancia, con mis prejuicios y con mis opiniones más asentadas. Y, sobre todo, he tenido que pensar en qué es lo que hace que las personas quieran aprender y cambiar, y sobre cuál puede ser el papel de un actor externo.

Referencias

Save the Children Fund, Report of Regional Planning Meeting, 13-27 January 1992.

Phanjarunti, S., 1994, `Traditional Child Rearing Practices among Different Ethnic Groups in Houaphan Province, Lao People's Democratic Republic', Vientiane: UNICEF.

La autora

Después de trabajar en la República Democrática Popular de Laos (RDP), Valerie Emblen volvió a su plaza de Profesora de Educación en el School of Teaching Studies, Universidad de North London.

Este artículo apareció por primera vez en Development in Practice volumen 5, número 4, en 1995.


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