A comienzos de los ochenta el apoyo a los sindicatos era un componente importante de los programas de Oxfam GB en varias partes del mundo, más notablemente en Centroamérica y Sudáfrica. En Centroamérica este apoyo fue motivado tanto porque los trabajadores organizados constituían una parte importante de los movimientos populares que estaban presionando por acuerdos políticos justos para solucionar la guerra que estaba devastando la región y porque los sindicatos como tal, así como sus miembros y líderes, eran los blancos de la represión y la violencia política.