Entender los vínculos entre conflictos y hambre, y actuar en consecuencia

El aumento en los precios de los alimentos que ocurrió al final de la primera década de este siglo desencadenó protestas, a veces violentas, en todo el mundo. Estas expresiones de rabia popular sólo fueron la punta del iceberg. En muchos países existe una tradición de guerra para conseguir alimentos. Al menos 14 países del África subsahariana enfrentaron una grave inseguridad alimenticia como consecuencia de conflictos, luchas internas, desplazamiento forzado o los daños derivados de guerras anteriores. La violencia armada provoca ciclos continuos de falta de alimentos, afectando el abasto, el acceso y la nutrición. A su vez, la inseguridad alimentaria puede formar parte de los conflictos, aunque el orden exacto depende de factores complejos, entre los cuales se encuentran un medio ambiente poco productivo y la competencia de ciertos grupos por el acceso y el control de los recursos supuestamente escasos. Se necesitan políticas públicas que respondan a esta dinámica. A pesar de los esfuerzos realizados para responder a las necesidades básicas de las poblaciones vulnerables como aumentar la producción agrícola, instaurar sistemas alimentarios sostenibles que contribuyan a una mayor seguridad alimenticia y nutricional en el mundo, o implantar medidas de protección para las personas de escasos recursos, es imposible eludir el legado de conflictos que existe en África. Los métodos para llevar a cabo los programas deberán atenuar y no atizar los conflictos potenciales.